l

la fundación es una organización sin fines de lucro que se propone contribuir al mejoramiento de la la vida de las personas, organizaciones y comunidades

Como organización forma parte de una Red Internacional que reúne personas y grupos de Francia, Alemania, Suiza, España, Brasil, Colombia, que promueve la Economía Solidaria, el Desarrollo Social Local, la Salud Comunitaria, el abordaje colaborativo de los conflictos, los Diálogos Públicos y las formas creativas de abordar los desencuentros humanos

Podrán visualizar más en detalle algunas de estas dimensiones en nuestro site: www.moiru.com.ar

enero 27, 2008

polo cientifico (publicado en clarin -ensayo y error)

Dos ex presidentes de la Argentina dejaron sus huellas a través de dos grandes centros destinados a la investigación científica. Ordenaron construirlos en las ciudades en que habían nacido. Carlos Menem lo hizo en Anillaco, en la provincia de La Rioja, y Raúl Alfonsín, en la localidad bonaerense de Chascomús.
Ahora, esa tendencia (que fue muy criticada) parecería haber cambiado con la nueva presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Por el momento no se anunció un gran centro de investigación en La Plata (su ciudad natal) ni en Santa Cruz (la provincia en la que vivió desde la época de la dictadura militar). La Presidenta dejará su impronta con un gran polo científico-tecnológico que funcionará en el barrio de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires. Anunció el miércoles, durante un acto en la Casa Rosada, que ya se seleccionó el anteproyecto arquitectónico y ahora falta hacer la adjudicación para ejecutar la obra.
El Polo sería inaugurado en 2010. Concentrará a las cúpulas de varios organismos que deciden en qué se pone el dinero para investigar, qué se deja de lado, a quiénes se admite para investigar, entre otras funciones. Por supuesto, incluye al nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, que tendrá que lidiar con otros organismos que dependen de otros ministerios y que también hacen ciencia y tecnología.
Como dijo el Ministro Lino Barañao, durante el acto del miércoles, el Polo de Palermo se levantará (sería con fondos del Ministerio de Planificación Federal) sobre una estructura que ya está, pero en un estado muy deteriorado: dos edificios de ex bodegas que los arquitectos quieren reciclar (se construirán también otros edificios). Lo mismo se intentará hacer con el sistema científico-tecnológico ahora.
Desde hace años, cada funcionario que asume para conducir ese sistema dice más o menos lo mismo en cuanto a su diagnóstico de situación. Como había afirmado la entonces secretaria de ciencia Adriana Puiggrós en 2001: "El sistema científico-tecnológico de la Argentina es como un gran edificio con las puertas y los vidrios rotos, pero que todavía tiene los cimientos firmes. Yo quiero empezar por fortalecerlo y desburocratizarlo para que los científicos y los tecnólogos puedan producir más conocimientos y desarrollos propios". Después, vino la gran crisis financiera, social y política del país y la actividad científica y tecnológica quedó casi paralizada (ver más aquí).
El nuevo Polo viene con la promesa de que contendrá a tres institutos de investigación. Uno se dedicará a la biomédica y trabajará en colaboración con los institutos de la Sociedad Max Planck. Otro apuntará a la físico-química. El tercero se destinará a la investigación en ciencias sociales (tendría vinculación con institutos de Francia e Italia). Entre los tres, se espera que haya interacción. Que las paredes no supongan muros de separación.
Por si fuera poco, esos institutos serán espacios para atraer a investigadores jóvenes que se fueron de la Argentina. Habría más dinero para repatriar y asegurar las diferencias iniciales entre los salarios que se ganan en los países desarrollados y los de la Argentina.
El acto del miércoles no dejó de lado la polémica sobre las características de las ciencias sociales. La Presidenta (quien no pemitió que los periodistas invitados le hiciéramos preguntas) dijo:
"...creo que el gran desafío que nos plantea siempre la ciencia, las ciencias duras, las ciencias exactas, algo que admiro profundamente de ese sector, es el rigor. Creo que ésta es la característica que por lo menos, más nos deslumbra a todos aquellos que desde las ciencias sociales o de otros sectores accedemos al mundo de las ciencias duras, de las ciencias exactas, ese rigor y esa precisión que se imponen los científicos, que se autoimponen los científicos antes de elaborar una sentencia, de llegar a una conclusión".
Como ya comentamos en otra entrada, desde hace unas semanas se ha reavivado la discusión por la metodología de las ciencias sociales. La pregunta es ¿les falta realmente rigor a las ciencias sociales en la Argentina? Contestarla por la afirmativa: ¿es responder con rigor?
Es interesante también recordar que las ciencias sociales (más allá de la cuestión de su metodología) no se suelen llevar muy bien con el poder político de turno. Fue Domingo Cavallo, ex Ministro de Economía de Carlos Menem, quien mandó a "lavar los platos" a una investigadora de las ciencias sociales, Susana Torrado. En 1994, ella estudiaba la desocupación y había criticado la política económica del momento (para más detalles se puede leer una entrevista de Diana Cazaux en Universia).
Más adelante, en agosto de 2000, Torrado y muchos otros investigadores en ciencias sociales y humanidades también manifestaron su rechazo a un plan del entonces presidente Fernando De la Rúa por reformar al Conicet. Pidieron que se aumente el presupuesto dedicado a la ciencia al 1 por ciento del PBI, tal como lo había prometido la Alianza (durante el Gobierno de Néstor Kirchner también se dijo que se llegará al 1 por ciento en el 2010). En la carta que los investigadores le mandaron a De la Rúa, decían:
"Reafirmamos la importancia de la labor científica en las disciplinas humanísticas y socioculturales como una reivindicación de la identidad ética, expresiva, estética y cultural de una sociedad justa y democrática".