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la fundación es una organización sin fines de lucro que se propone contribuir al mejoramiento de la la vida de las personas, organizaciones y comunidades

Como organización forma parte de una Red Internacional que reúne personas y grupos de Francia, Alemania, Suiza, España, Brasil, Colombia, que promueve la Economía Solidaria, el Desarrollo Social Local, la Salud Comunitaria, el abordaje colaborativo de los conflictos, los Diálogos Públicos y las formas creativas de abordar los desencuentros humanos

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septiembre 18, 2011

18-09-2011 | LA CIUDAD Rosario, polo científico de vanguardia

La presidenta Cristina Fernández inaugurará mañana, a las 11, el nuevo edificio del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), ubicado en Ocampo y Esmeralda, en las cercanías del Centro Universitario Rosario (CUR, conocido como La Siberia). La flamante construcción, de 4.000 metros cuadrados, es una de las piezas clave del Centro Científico Tecnológico Rosario (CCT), un polo de producción de vanguardia en Latinoamérica que concentra a investigadores de distintas ramas, y empresas del ámbito privado.

   La apertura de las nuevas instalaciones, donde trabajarán más de 250 investigadores en 10 laboratorios equipados con la última tecnología, confirma que Rosario es una de las ciudades argentinas que más apuesta a la biotecnología y su crecimiento.

   El edificio, de cuatro pisos, estará funcionando a pleno antes de fin de año. Fue financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y demandó más de 20 millones de pesos. La plata se consiguió gracias a un concurso que ganó el IBR hace dos años, cuando el Estado decidió destinar fondos para infraestructura en el campo de las ciencias en todo el país.

   El Instituto depende de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y tiene como objetivos esenciales la investigación, la enseñanza y el desarrollo de las ciencias biológicas. Aunque la resolución que lo creó como institución está fechada en 1999, el IBR es producto del esfuerzo de un grupo de jóvenes investigadores que regresaron al país hace más de 20 años, después de perfeccionarse en el exterior.

   En 1987 comenzaron a trabajar juntos, compartiendo experiencias y equipamientos. Y así, entre pipetas, microscopios y carencias de infraestructura de todo tipo, se animaron a soñar con este presente.

   La cantidad y calidad de sus producciones, que tienen como destinatarios a la agroindustria pero también a la salud humana, les han valido premios y reconocimientos a nivel internacional.

¿Qué hacen? Unos 250 científicos —que incluyen a 60 investigadores ya formados, 140 becarios doctorales y posdoctorales, estudiantes de licenciatura, más personal de apoyo administrativo y técnico— forman parte del grupo humano del IBR. Más del 70 por ciento se trasladará a las nuevas instalaciones en el CCT, mientras que los demás seguirán trabajando en los edificios de Suipacha al 500, en la facultad. Quienes dejarán de recorrer los “viejos” pasillos son aquellos más orientados al estudio de las especies vegetales. Los que operan en áreas vinculadas a la salud humana seguirán en los edificios cercanos al Hospital Centenario, donde además, muchos realizan sus prácticas.

   Del IBR surgen más de 70 publicaciones científicas por año, en las mejores revistas de la especialidad. Muchas de ellas han sido destacadas en las tapas que muestran al mundo entero qué se está haciendo en ciencia.

   Entre las líneas de investigación que más impacto han tenido en los últimos años se encuentran: creación de plantas todo terreno (mediante modificación genética lograron que sean resistentes a la sequía y algunas bacterias); avances en el tratamiento del Parkinson (descubrieron el mecanismo molecular que da lugar a la enfermedad y se están diseñando compuestos químicos para posibles tratamientos) y el diseño de antibióticos. El potencial de los científicos rosarinos no tiene techo.