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agosto 27, 2011

Veinte años con Linux Por Ricardo Sametband | LA NACION



 


Hace
dos días el sistema operativo Linux cumplió 20 años, coronando una
historia que comenzó como un ejercicio académico, pasó al ámbito de los
hobbistas, los expertos en tecnología, las grandes corporaciones y,
finalmente, el público masivo. Esto último incluye tanto a los que
activamente eligen usar Linux en alguna de sus múltiples formas (con
alguna distribución para la PC, por ejemplo) como a los que lo usan sin
saber que lo hacen, como la mayoría de los usuarios de móviles con
Android (que está basado en Linux), GPS, computadoras de autos y
televisores, entre muchos otros.


Y por supuesto es muy utilizado en el ámbito corporativo
para todo tipo de tareas; la mayoría de las películas de animación
hechas en Hollywood, por ejemplo, se genera con equipos corriendo Linux;
es lo que da vida a la gran parte de las supercomputadoras más
poderosas del planeta y mantiene en línea a aproximadamente un tercio de
los servidores Web del mundo.


Fue un 25 de agosto de 1991 cuando el estudiante
finlandés Linus Benedict Torvalds publicó, a los 21 años, un mensaje en
un grupo de noticias sobre Minix en el servicio Usenet. Minix era un
sistema operativo educativo de código abierto creado por el profesor
Andrew Tanenbaum, que Torvalds estuvo investigando.


Minix se licenciaba sólo con fines educativos, y Torvalds
decidió crear una versión propia gratis y, más tarde, distribuirla con
la licencia GPL del Proyecto GNU que Richard Stallman fundó en 1983 (la
licencia es de 1989), y que postula la distribución del sistema
operativo (o de una aplicación) junto con su código fuente para que
pueda ser modificado por los usuarios.


Linux creció al calor de una comunidad mundial de
desarrolladores (ver La compu, en página 2), para los que resultó muy
atractivo poder modificar el código original a su antojo y llevarlo a
computadoras distintas de la que tenía Torvalds (una 386). Esto permitió
generar, para bien o para mal, diferentes versiones del mismo tronco de
Linux. Estas variaciones se conocen como distribuciones, y existe una
cantidad enorme de ellas; las diferencias van desde lo estético hasta
las aplicaciones básicas que incluyen o su optimización para ciertos
usos o procesadores centrales.


En el ámbito de las PC, por ejemplo, hay varias muy
populares; la que en el último tiempo logró captar el mayor interés de
los usuarios es Ubuntu ( www.ubuntu.com , gratis ). Musix ( www.musix.org.ar ) es una distribución armada en la Argentina para músicos; Puppy (www.puppylinux.org)
está pensada pasa usarse en computadoras anticuadas. Pero precisamente
porque cualquiera con un poco de pericia puede crear su propia
distribución, hay muchísimas alternativas.


Unas pocas, no obstante, son las que han logrado la
sofisticación, simplicidad y difusión necesarias para ser útiles al
usuario novel. Además de las mencionadas arriba nos parecen buenas
alternativas Fedora ( www.fedoraproject.org/es ), Mint ( www.linuxmint.com , usa Ubuntu como base), PCLinux ( www.pclinuxos.com ) o Joli ( www.jolicloud.com
, muy orientada al uso de aplicaciones Web), entre muchas otras. En
nuestro país hay varias distribuciones en desarrollo; entre las más
antiguas y difundidas están Ututo ( www.ututo.org.ar ) y Tuquito ( www.tuquito.org.ar ).


Lo importante por tener en cuenta cuando se piensa en
Linux para la PC es, primero, que funciona de una manera muy similar a
como lo hacen Windows u Mac OS X (y además es gratis). Algunos programas
cambian de nombre, otros (como los navegadores Web) son los mismos y
algunas tareas se resuelven de una manera levemente distinta, pero con
un poco de sentido común y paciencia se puede aprender a manejar este
sistema operativo sin complicaciones.


Otros dos elementos clave que deberían ayudar a alguien a
decidirse probar Linux es que esto puede hacerse sin modificar un bit
de la instalación de Windows de la computadora, y que en el caso de que
se quiera instalar en forma permanente en la PC puede convivir con
Windows como dos buenos vecinos.


Primer paso en Ubuntu


Consideramos que Ubuntu es una buena alternativa para
acercarse al mundo Linux por varias características. Una (que comparte
con Joli OS, entre otros) es que puede instalarse como una aplicación
dentro de Windows, y se agregará como una alternativa de booteo al
inicio del equipo. No hay que particionar el disco ni nada semejante,
aunque esto eventualmente será útil si nos gusta Ubuntu.


También (y como otras distribuciones de Linux que usan lo
que se denomina Live-CD) es posible grabar el sistema operativo en un
CD, DVD o pendrive USB y usarlo desde allí; tardará más en cargar, pero
nos permitirá usar las aplicaciones, ver si nos sentimos cómodos con
Ubuntu, etcétera, y luego decidir si lo queremos tener en forma
permanente en el rígido.


Primero hay que ir a www.ubuntu.com./download
y elegir cómo lo queremos obtener. Las dos primeras opciones darán un
mismo resultado, la descarga de un archivo .ISO que luego hay que grabar
como imagen de disco en un CD o DVD (con cualquier software para quemar
CD) o en un pendrive, un proceso algo más complejo.


En el tercer caso lo que se descargará es un ejecutable
(wubi.exe) muy pequeño. Al correrlo ofrecerá descargar los archivos
necesarios para instalar Ubuntu en paralelo a Windows, y requerirá
definir cuánto espacio le asignaremos para que use (y en qué disco
vivirá, si tenemos más de uno), crear un usuario, elegir un idioma para
el sistema y esperar a que baje los datos de Internet. Requiere al menos
4 GB libres en el disco duro, y descargará unos 700 MB de la red, así
que el proceso puede tomar un rato. Los usuarios de Windows 7, además,
deben ejecutar el archivo con el modo de compatibilidad para Windows
Vista.


Terminada la instalación, al reiniciar el equipo aparecerá una pantalla con dos opciones: usar Windows o Ubuntu.


Esta distribución, creada por Mark Shuttleworth (al que LA NACION entrevistó en 2008, ver www.lanacion.com.ar/1064894
), tiene algunas particularidades. Se actualiza dos veces al año (más
allá de las nuevas versiones para cada aplicación) y con la última (la
11.04) viene activada, de forma predeterminada, una vista denominada
Unity, que implica una forma de uso levemente diferente a lo anterior, y
a lo que Windows u OS X ofrecen.


En vez de tener una barra superior o inferior con accesos
directos, las aplicaciones activas y un menú general donde se listan
todas las aplicaciones y herramientas disponibles, Unity propone una
barra vertical visible en forma permanente, que funciona como lanzador
de herramientas de uso habitual, acceso al buscador y administrador de
aplicaciones, archivos (un poco al estilo de cómo funciona el cuadro de
búsqueda en el menú Inicio de Windows 7) y punto de entrada a Ubuntu
One, la carpeta online gratis con 2 gigabytes de capacidad que recibe
cada usuario.


También está allí el Centro de software, la tienda para descargar aplicaciones de todo tipo. La enorme mayoría es gratis.


Los usuarios que vengan de Windows deberían buscar allí e
instalar un paquete denominado Extras restringidos, que permite tener
en el equipo elementos que no son de código abierto, pero que son
populares en Windows, como el soporte para la reproducción de música en
formato MP3 o DVD de películas, Adobe Flash 10 para la Web, las
tipografías estándar provistas por Microsoft y otros elementos.


También es recomendable buscar los drivers para la placa
de video (con la herramienta Controladores adicionales en el menú de
administración del equipo), ya que esto permite habilitar, si la PC es
suficientemente moderna, animaciones, transparencias y otros muy
agradables cambios cosméticos.


Las aplicaciones disponibles en Ubuntu son las mismas que
estarán en otras distribuciones como Fedora o OpenSuse; lo que cambia,
en general, es alguna configuración para optimizar su funcionamiento con
el resto de las herramientas incluidas en esa distribución particular.
Alcanza con elegir cuál queremos usar, cliquear en el botón Instalar y
esperar a que se descargue de Internet; no es necesario configurar nada.


Los usuarios que quieran un escritorio de estilo
tradicional pueden cambiar esto seleccionando Ubuntu Clásico en la caja
que aparece en la base de la pantalla de inicio de sesión. Unity y Gnome
(el entorno de escritorio que se cargará con la opción Ubuntu Clásico)
no son las únicas alternativas gráficas para Linux. También son muy
populares KDE, Xfce y, en los últimos tiempos, LXDE.


Cambia no sólo el aspecto de los íconos, las barras y los
bordes de las ventanas; también se modifican las herramientas básicas
del sistema operativo, las vistas disponibles, la manera en que
reacciona ante un comando, etcétera.


Lo bueno de Linux es que es posible cargar estos entornos
gráficos como una alternativa más, sin modificar nuestros datos. Si no
son de nuestro agrado alcanza con desinstalarlos y seguir como se estaba
antes, manteniendo toda nuestra información a salvo

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