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septiembre 08, 2008

el acelerador de particulas

LHC, la hora de la verdad - Nacional_Sociedad - Nacional - ABC.es
Durante la última semana, dos vídeos publicados en YouTube han acaparado la atención de los internautas. Con más de un millón de visitas cada uno, ambos se refieren, aunque de forma muy distinta, al acontecimiento científico que tendrá lugar el miércoles en el interior de la mayor máquina jamás construida por el hombre.
Ese día, en efecto, el LHC, el colisionador de partículas más grande y poderoso de la historia, entrará por primera vez en funcionamiento y provocará la colisión de haces de protones acelerados al 99,9999999 por ciento de la velocidad de la luz dentro de un anillo conductor de 27 km, construído a cien metros bajo tierra a caballo de la frontera franco suiza.
El primero de los vídeos es un musical en el que un grupo de jóvenes científicos del CERN, el Centro Europeo de física de partículas (la institución que realizará el experimento), explican a ritmo de rap las claves de esta hazaña de la ciencia. El otro es una simulación de ordenador en la que la Tierra deja de existir apenas unos segundos después de las primeras colisiones de protones, devorada desde dentro por un agujero negro surgido a consecuencia de las mismas.
Seguridad y agujeros negros
Cuando la máquina esté en marcha y los haces de protones empiecen a chocar entre sí, se recrearán en laboratorio unas condiciones desconocidas en el Universo desde el momento mismo del Big Bang, la gran explosión que hace 13.700 millones de años dio «luz verde» a la realidad que conocemos.
Por eso, algunos científicos llevan años intentando detener como sea lo que han dado en llamar «la máquina del fin del mundo». Según ellos, durante las colisiones (igual que sucedió en el Big Bang) surgirá una multitud de agujeros negros microscópicos. La mayoría de ellos se evaporará, según ha calculado el físico británico Stephen Hawking, pero es posible que algunos se vuelvan inestables y no desaparezcan, sino que empiecen a crecer, devorando todo lo que les rodea, en una espiral que no terminaría hasta que la Tierra misma desaparezca por completo.
Materia extraña
Otros creen que el peligro viene de la «materia extraña» que se generará durante las colisiones, muy diferente de la «materia ordinaria» de la que todos estamos hechos. La materia extraña «contagiaría» sus propiedades a la ordinaria, convirtiendo en poco tiempo el planeta en un amasijo informe de «stranglets».
Varios informes de los físicos del CERN se han publicado para salir al paso de estas teorías «no comprobadas». El último de ellos fue hecho público el pasado viernes y garantiza que el LHC «no supone un peligro para la humanidad» ya que la naturaleza misma, a través de los rayos cósmicos que continuamente bombardean la Tierra, «produce colisiones de partículas mucho más poderosas de las que están planeadas dentro del LHC».
El Grupo de Valoración de Seguridad del LHC ha revisado y ampliado el estudio que ya se realizara en 2003 para disipar las dudas sobre los experimentos y asegura que si el LHC tuviera el poder de destruir la Tierra, ninguno de nosotros habría tenido siquiera la posibilidad de existir, ya que las colisiones que generan los rayos cósmicos que llegan del espacio habrían destuido el planeta hace mucho tiempo. «La Naturaleza -reza el informe- ya ha realizado el equivalente a cientos de miles de programas de investigación del LHC, y nuestro planeta aún existe».
En cuanto a la generación de materia extraña, el informe se remite a los recientes experimentos realizados en en acelerador norteamericano del Laboratorio Nacional de Brookhaven, en Nueva York, como prueba de que no se producirán «stranglets» durante los experimentos del LHC.
LHC, manual de uso
¿Qué se necesita para construir una máquina capaz de reproducir el Big Bang? Esa fue la pregunta que los físicos se plantearon a principios de los ochenta, cuando empezaron a acariciar la idea de un acelerador capaz de recrear las condiciones del Universo durante los primeros microsegundos de su existencia.
Esa máquina podría resolver una buena parte de las dudas de la Física, entre ellas explicar por qué en el origen la materia prevaleció sobre la antimateria, averiguar cómo se formaron la materia y la energía oscuras (responsables de más del 70 por ciento de la masa total del Universo) o «capturar» por primera vez el Bosón de Higgs, la esquiva «partícula divina» que encierra los secretos de la masa de los diferentes «ladrillos» subatómicos.
Con una máquina así, los físicos podrían hallar las pruebas de la existencia de otras dimensiones y explicar por qué entre casi una veintena de ellas, sólo sobrevivieron las que hoy conocemos. Sin embargo, para construir esa máquina habría que utilizar enormes recursos y obrar auténticos milágros tecnológicos, en el límite mismo de nuestra capacidad.
Un sueño hecho realidad
Hoy, casi treinta años después y gracias al esfuerzo combinado de 10.000 científicos de cuarenta naciones (y de un presupuesto de 6.200 millones de euros que multiplica por cuatro al original), el sueño se ha hecho realidad y el LHC está a punto de entrar en funcionamiento. Los planes para la construcción del LHC no fueron aprobados hasta 1994, y desde entonces ningún desafío ha sido lo suficientemente grande como para detenerlos.
Los cables utilizados podrían cubrir cinco veces la distancia entre la Tierra y el Sol y ha sido necesario, para albergar los detectores, realizar enormes obras de ingeniería, entre ellas la construcción de varias «cavernas» en las que cabría sin problemas un edificio de quince pisos. A lo largo de los 27 km de anillo, 1.740 imanes superconductores se encargarán de mantener los haces dentro de su trayectoria circular, y todo a una temperatura de -271 grados centígrados, más fría que la que hay en el espacio interestelar y a sólo dos grados del «cero absoluto», donde incluso la actividad atómica se congela. El esfuerzo, pues, ha sido enorme, a la medida del premio que se espera. Una recompensa que podría estar a la vuelta de la esquina...

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